JUGUETES
- Caterina Chevalier
- 11 ago 2017
- 1 Min. de lectura
La bailarina no puede seguir bailando una vez se ha cerrado la cajita de música.
Somos dos tercos incansables, insaciables de unos besos que mienten. No, algún día tendremos que rendirnos, tendremos que dejar de engañarnos.
No solo libres, aunque nos empeñemos en decirlo. Tus eres esclavo de mis ojos y yo soy esclava de tus besos. Somos esclavos de un mensaje y de un abrazo, de las palabras que nos guardamos bajo llave en lo más profundo de nuestras gargantas. No, no somos libres.
Y, como dos niños, nos empeñamos en jugar con dos trenecitos rotos que no pueden llegar a ninguna parte; uno por viejo y otro por no estar terminado del todo.
Comments